"¿Estás experimentando algún tipo de choque cultural?" Anoche me encontré en un café en el centro de la ciudad con una pareja de chicos que conocí a través de CouchSurfing. Uno de ellos me lanzó esa pregunta. Le dí un sorbo a mi café con crema de coco - algo típico por aquí - tome un poco de aire y de la forma más diplomática traté de explicarle que es lo que había experimentado en la primera semana de vivir en Palu. A partir de eso, me surgió la idea de irles contando los choques culturales que voy teniendo. Aquí les va el primero. Vivo en un complejo estudiantil dentro de la universidad que ha sido asignado para estudiantes internacionales. Comparto una casa con jóvenes entrando a los veintes provenientes de Vietnam, Tailandia, Egipto y Timor del Este. Mi único contacto con occidente es Arek, un jovencillo polaco buena onda que está de intercambio en la Universidad. En nuestra casa no se puede traer invitados, tampoco las visitas de personas del sexo opuesto a las habitaciones y los del mismo sexo solo pueden estar una hora cuando máximo. El alcohol está prohibido, así como consumir o almacenar carne de cerdo en el refrigerador y si, también ser obeso está prohibido en casa. En principio son reglas que aplican no solo en casa, sino en mayor o menor medida en la sociedad predominantemente musulmana. El fin de semana pasé dos horas buscando por toda la ciudad una tienda donde comprar unas cervezas. El sudor cae a cuenta gotas de mi frente cuando entra el medio día y jamás había deseado tanto conseguir una cerveza bien fría para refrescarme. No puede ser tan difícil ¿no? - en Alemania se bebe cerveza hasta en la cafetería de la Universidad, y cada pueblillo cuenta, orgullosamente, con su propia cerveza local. Estaba a punto de darme por vencido cuando decidí ir a supermercado más grande de esta ciudad de trescientos mil habitantes. La cajera me condujo junto con un hombre de seguridad a una bodega cerrada al público donde tienen las bebidas alcohólicas. La mujer me señaló un pequeño estante con unas 15 cervezas de medio litro de una sola marca - Bintang. Me acerqué con cautela, tomé dos cervezas y se las entregué a la cajera. Cinco euros, eso fue lo que pagué. Tomé mi bolsa negra con mis dos cervezas calientes y me alejé del lugar. Indonesia ha cambiado en los últimos años. El ala más conservadora ha ganado mayor popularidad dentro de la política y con ello muchas nuevas restricciones han tomado lugar. Por ejemplo, las bebidas alcohólicas están prácticamente prohibidas a excepción de ciertos lugares fuertemente regulados, y sus precios han aumentado al cien por ciento. Hace tres años, cuando viví un tiempo en Sumatra, la cerveza estaba en cada aparador de las tiendas y costaba un euro. Algunos creen que esto tendrá repercusiones en el turismo en regiones como Bali, pero los "bulé", como se les llama a los extranjeros de occidente, están dispuesto a pagar por sus chelas. Indonesia es un choque cultural fascinante y difícil. El reto más grande que vivo es dejar a un lado todo concepto social que haya retenido en México o Alemania y aprender una nueva forma de organización y de ver la cosas. Es increible como viviendo en el mismo planeta las personas podamos comprender la vida de forma tan diversa. La próxima vez que vayan por dos chelas, recuerden que dicha acción no es tan simple como suena.
1 Comment
Efrain hernandez
11/8/2016 11:03:02 am
Tendré en cuenta lo afortunado que soy cada vez que entre a un oxxo a comprar una chela
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